LECCIÓN 3. MÓDULO 1.
LA META DE LA CRIANZA RESPETUOSA: VÍNCULO AFECTIVO SEGURO
Esta tercera lección nos invita a centrarnos en comprender la meta principal de la Crianza Respetuosa Centrada en las Niñas y los Niños, la cual es forjar un vínculo afectivo seguro con las figuras primarias de cuidado. Para ello, en la primera estación el aprendizaje esperado es que comprendamos por qué es esta la meta principal. Seguidamente, en la segunda estación, nos enfocaremos en analizar cómo es la crianza cuando el vínculo se convierte en el objetivo primordial. Por último, en la tercera estación visualizaremos a las familias que reconocen está meta y desarrollan prácticas centradas en el afecto.
Esperamos que esta lección sea de mucho provecho y aprendizaje.
Estación 1
¿Por qué vínculo afectivo seguro?
En los bloques anteriores mencionamos cómo la violencia en la crianza debilita o detiene la construcción de vínculos seguros. Ahora llegó la oportunidad de comprender el poder de estos vínculos y las diversas razones que colocan su construcción como la principal meta de la Crianza Respetuosa Centrada en las Niñas y los Niños.
Iniciamos esta lección preguntándonos: ¿por qué vínculo afectivo seguro? Para responder es necesario entender qué es un vínculo afectivo seguro y cuál es su impacto en el desarrollo de las niñas y los niños.
Cuando hablamos de vínculos afectivos, nos referimos a la relación entre las niñas o niños y sus figuras cuidadoras, entendiendo que estas relaciones crean una especie de mapa interno que les dice cómo deberían ser las relaciones con sí mismas/os, con las demás personas y con el mundo; además de representar la base para el desarrollo emocional, social y neurológico. Este mapa se crea durante los primeros años de vida y les acompaña de ese momento en adelante.
Es decir, una niña o un niño que vive en un ambiente respetuoso y cálido, tendrá un vínculo afectivo constructivo y afianzará confianza en sí misma/o, una pertenencia segura con las personas adultas significativas y esto le permitirá concentrar su energía en aprender y desarrollarse.
Como hemos venido trabajando, un ambiente respetuoso y cálido implica espacios en los que las niñas y los niños disfruten de sus derechos, se atiendan con afecto sus necesidades físicas y emocionales, se les rete a aprender y se escuche su voz. Así, la crianza es la oportunidad que tenemos las personas adultas para cumplir estas condiciones y formar este vínculo afectivo seguro, que acompañará a las niñas y los niños por el resto de su vida y convirtiéndose en una brújula de bienestar.
Claves para un vínculo afectivo seguro
Los ambientes que propician la construcción de vínculos afectivos seguros además están cargados de respeto, seguridad y empatía. Dale click a cada número para aprender más sobre estas claves.
Respeto
Las personas cuidadoras respetan a las niñas y los niños y les reconocen como personas completas. Por lo tanto, garantizan el cumplimiento de todos sus derechos, abren espacios de escucha y valoran sus aportes, entendiendo que pueden ser diferentes, pero no por eso erróneos.
Este tipo de relación posibilita que las niñas y los niños se reconozcan a sí mismas/os como personas valiosas y desarrollen un sentido de pertenencia en los entornos en que se desenvuelven.
Seguridad
Las niñas y los niños necesitan experimentar seguridad física y emocional en las relaciones con sus figuras cuidadoras. Esto implica el establecimiento de límites amables y firmes que les protejan de riesgos y a la vez un trato lleno de curiosidad, apertura, aceptación y compasión, para que así nos escuchen, confíen en los límites que establecemos y sepan que cuentan con nosotras/os cuando experimentan alguna tensión o dificultad.
Resulta fundamental acompañarles de manera sensible, porque así las niñas y los niños retornarán a esas experiencias internas reaseguradoras cuando enfrenten retos y desafíos en nuevos ambientes.
Empatía
Practicar la empatía significa identificar y validar la experiencia interna de las niñas y los niños, es decir lo que sienten y necesitan. Es imprescindible recordar hacer esto primero, incluso cuando después sea necesario redirigir su comportamiento.
Sí la primera pregunta que nos surge cuando vemos un comportamiento no deseado es ¿qué necesita esta niña/o?, nuestro abordaje va a ser completamente distinto. De esta manera podemos ir eliminando juicios, etiquetas o estereotipos que nos alejan de las niñas y los niños que acompañamos.
Para leer más sobre este tema, ponemos a disposición el siguiente material, como recurso para mentes curiosas:
Ahora que comprendemos por qué el vínculo seguro es la meta de la Crianza Respetuosa Centrada en las Niñas y los Niños, queremos invitarte a reconocer maneras cotidianas en las que promovemos u obstaculizamos este vínculo, esto a través de nuestras palabras.
Para ello, te invitamos a observar la siguiente imagen, del lado izquierdo encontrarás frases que deterioran el vínculo afectivo seguro y a la derecha la transformación de esas frases favoreciendo el vínculo. Analizá todos estos ejemplos y luego anotá otras frases que has escuchado que no favorecen el establecimiento de un vínculo afectivo seguro e ideá cómo transformarlas.
Estación 2
¡Cuando se activa el vínculo afectivo seguro!
Cómo vimos anteriormente, en ocasiones con sólo cambiar una frase podemos abonar a la construcción de vínculos afectivos seguros con las niñas y los niños.
En el siguiente video podremos ver este principio en acción cuando Ana, la madre de Felipe, entabla con él una conversación empática.
Este ejemplo nos reitera que son las pequeñas acciones cotidianas las que van construyendo ese vínculo seguro. En esa ocasión, Ana, en coherencia con el uso de la conversación empática, puso también en práctica:
- Conexión consigo misma, que le permitió tener más paciencia con Felipe.
- Escucha activa y validación, entendiendo que el miedo de Felipe era real.
- Creatividad y juego para idear una nueva forma de enfrentar la situación.
Para tener presentes más formas de cultivar los vínculos afectivos seguros, descargá la siguiente ficha informativa “¡Cuando se activa el vínculo y el respeto!”.
Recordemos que los vínculos seguros, cálidos y empáticos son un factor protector en el presente y futuro de las niñas y los niños. Es decir, no sólo podemos ver sus beneficios en el ahora, sino que también podremos evidenciar ganancias a futuro:
Te invitamos a sumarte a la experiencia de promover vínculos afectivos seguros en tu familia o trabajo, para esto le damos la bienvenida a la “amabilidad” como un concepto potente que nos permite trabajar de forma consciente la promoción de espacios cálidos, que nos traen seguridad. Así que adelante:
Estación 3
Familias centradas en el afecto
Tanto las palabras como los actos tienen un efecto directo en la imagen que las niñas y los niños van construyendo de sí mismas/os y por tanto, el grado de confianza y seguridad con el que van creciendo.
El trato respetuoso y afectivo, en contraposición al trato humillante, promueve un desarrollo seguro con enfoque de derechos, que potencia las habilidades de las niñas y los niños a lo largo de toda su vida.
La evidencia señala que cuando las niñas y los niños crecen en familias afectivas que les brindan seguridad, les promueven la exploración y reaccionan asertivamente ante sus angustias, tienden a sentirse personas más seguras a la hora de emprender tareas por sí mismas, se autorregulan mejor y son capaces de establecer relaciones positivas. Es decir, las familias centradas en el afecto priorizan el vínculo, buscan el respeto y bienestar de todas las personas.
Para comprender mejor qué características tienen las familias centradas en el afecto, les invitamos a observar la siguiente cápsula de la Serie Crianza Respetuosa.
¿Cuáles de estas frases se escucharían con más frecuencia en los hogares de familias centradas en el afecto?
Integrando conocimiento
Analicemos cómo transformar algunas de las frases anteriores para potenciar el vínculo afectivo seguro con las niñas y los niños.
Tomemos la frase “¡Dejá de probar mi paciencia!”, desde la Crianza Respetuosa Centrada en las Niñas y los Niños esta frase la transformamos enfocándonos en expresar cómo nos estamos sintiendo, pues esa información es lo que necesitamos transmitir a la niña o el niño: “Sinceramente me estoy sintiendo muy frustrada en este momento”. De esta manera, hacemos saber a la otra persona nuestro sentir sin culparle, ni responsabilizarle por nuestras propias emociones.
Ahora en este sentido no solo son importantes las palabras que utilicemos o nuestra conexión con lo que sentimos sino también, el lenguaje verbal y el tono que utilizamos para expresarnos. Porque si decimos esta frase gritándole a la otra persona, sigue siendo una acción que calificamos de trato humillante y no está promoviendo el vínculo afectivo seguro.